Ladan y Laleh - El último y más sublime acto humano
Tras millones de años de evolución, Homo sapiens sapiens logró convertirse en la supra especie que es hoy, tan dramático proceso le permitió acceder a una característica no compartida con ninguna otra de las especies existentes, esto es, la plena conciencia - en cada uno sus individuos -, de la propia individualidad y existencia.
Inexorable es la marcha evolutiva. Aquella misma especie orgullosa y presumida de su conseguida individualidad, sigue avanzando a pasos agigantados hacia otros estadios, nueva especie comienza a surgir, el Homo-siamensis. Todos unidos con todos, millones de cuerpos distintos unidos a cerebro colectivo. El Único y gran organismo.
Uniformidad, principal característica de Homo Siamensis, compra lo mismo, come, viste, desea, lee, siente, piensa y odia lo mismo, también se está muriendo de lo mismo. Ninguno de sus individuos quiere tomar el riesgo de la separación, y asumir la responsabilidad de propias decisiones, ser y actuar distinto. Todos huyen de ejercer ese manido concepto de individualidad, al contrario, se sienten muy cómodos así. El gran cerebro estableciendo lo que hacen y lo que harán. Insuperable. Que otro diga lo que debe leerse en periódicos, escuchar en radio o ver en TV. Si todos lo leen o lo ven, por algo será, debe ser bueno. ¡Deme dos!.
De forma natural, toda especie, desarrolla eficientes mecanismos de autodefensa. Homo-siamensis no es la excepción, así todo intento de separación movilizará poderosas fuerzas para controlar a la unidad bajo comportamiento anormal. Pensar distinto o actuar de manera diferente lo es. Prioridad uno, neutralizar.
Quizás por eso nos conmueve profundamente, el que dos personas, asumiendo el más grave de los riesgos, determinen por propia voluntad, separarse para acceder a la libertad de actos y vidas distintas, unidas durante toda la vida, pero sin poder mirarse de frente jamás - igual que homo siamensis -, decidieron un día que bien valía el riesgo, por tan solo precioso segundo de libertad.
Lágrimas rodaron por mis mejillas, la profunda pena de saber que sus muertes significaron quizás, el último y más sublime acto de verdadera valentía humana por obtener aquella plena libertad.
En homenaje a Ladan y Laleh Bijani
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