No merecen ser llamados Montañistas
"El Everest se ha convertido en el patio de recreo de los ricos". La anterior, es una de las tantas frases con las que Joe Simpson, - el mismo autor de "Tocando el vacío" -, se refiere a un tipo de montañismo que ha proliferado en la última década. En su libro "La vertiente Oscura" realiza una tremenda y demoledora crítica a los nuevos valores que están reemplazando al espíritu y tradiciones que habían imperado desde siempre.
Las cinco primeras páginas, resultan sobrecogedoras, y me confieso impactado por la descripción que hace, acerca del tremendo horror y soledad de quién experimenta una muy cruel y lenta aflicción que finalmente terminará en muerte. Se trata del dramático relato de los sucesos ocurridos en el año 1992, en el Collado sur del Chomolungma o Sagarmata - rebautizado como Everest por los profanos -. Un grupo de personas - si cabe el término - hace caso omiso de las señas que con su mano hace, un montañista hindú que agoniza desde hace horas a la intemperie. Son siete holandeses, cuyo líder es Ronald Naar, ( http://www.ronald-naar.com ) contra quién Simpson dirige todos sus dardos de rabia por tan inhumana e incomprensible actitud. Grotescas conversaciones se suceden entre los holandeses y el campo base, solicitan instrucciones acerca de como proceder. En el exterior, a tan solo "un largo de cuerda" - como dice Joe Simpson -, cincuenta o sesenta metros, se extingue la vida del montañista hindú. Es posible, tal como argumentaron después para justificar lo injustificable, que no era factible salvar la vida de aquel hombre, que hubiese sido inútil cualquier esfuerzo. No era necesario un gran esfuerzo, solo se requería un mínimo gesto de humanidad, tomar su mano, y acompañarlo en sus últimos segundos de vida, evitándole la peor y más terrible de las muertes, aquella que sorprende en la soledad absoluta.
Con este y otros ejemplos tanto o más dramáticos, reflexiona, - e invita a meditar - respecto de la ferocidad de las reglas actualmente imperantes, en donde la solidaridad es apreciada como una gran tontería poco útil a los propósitos finales. El pragmatismo es el valor imperante, - el más salvaje y feroz -, como el aplicado el año 1996 por un grupo de japoneses que se negaron a entregar cualquier forma de auxilio a tres escaladores que aún yacían con vida cuando junto a ellos pasaron en pos de la ansiada cumbre. Al regreso triunfante de los japoneses, aquellos hombres ya habían muerto. En el base, asumieron con indiferencia, las muestras de indignación, ante las consultas, el líder del grupo Eisuke Shigekawa, resumió con esta frase la justificación a su actitud "...por encima de los ocho mil metros, la gente no puede andarse con moralidades".
Refleja también el libro, una común actitud, asumida mayoritariamente por los occidentales, en verdaderas hordas, se dejan caer por aquellos parajes de ensueño, otorgando a los pueblos originarios, un trato despectivo y utilitario. Ejemplifica, refiriéndose a aquellas temporadas en donde tras una catástrofe ocasionada por tormentas inusuales, inundaciones u otros, estas hordas de "trekkers" abandonaron raudos la zona, - en helicóptero, por supuesto - abandonando a su suerte, a quienes les servían de porteadores, sin ser capaces siquiera, de dejarles alguna mínima parte de sus sofisticadas prendas técnicas, con las cuales, seguramente muchos de ellos se hubiesen salvado. No es coincidencia, - señala Simpson - que la gran mayoría de los muertos correspondan a sherpas, no es algo que esté sucediendo solo en los campos de altura, allá abajo en el valle está pasando lo mismo.
La mayoría de quienes hacemos montañismo, estamos enterados hace rato de todo esto que está ocurriendo, sabemos que todo ha cambiado, y que los conceptos de hombres como Shipton o Robbins, son parte de un romántico pasado. En la actualidad los sitios en donde están emplazados los campamentos de todas esas sagradas montañas - con las que tantas veces hemos soñado -, están convertidos en los más asquerosos basurales constituyendo un muy buen reflejo, y ejemplo insuperable de los valores que imperan en este nuevo tipo de montañismo.
Fue impactante observar una de las fotos que ilustra el libro. Ocupando dos páginas y a todo color, es posible ver parte del Collado Sur del Everest, ahí, tirado entre cientos de tubos de oxígeno, pedazos de carpas, sacos de dormir y otra tanta basura, se encuentra el cadáver de un sherpa; al momento de la foto, llevaba en el lugar más de un año. Su cuerpo, confundido entre tanto desperdicio y desechos, es un verdadero símbolo de los nuevos tiempos, en donde un ser humano que agoniza en las alturas, - lejos de motivar el más urgente auxilio y movilizar la cooperación entre los que deberían ser sus camaradas - es apreciado cuál estorbo a las ambiciones por alcanzar la cumbre. Parte de la basura, eso y nada más.
El verdadero montañista sabe que podrá jamás, el deseo por hacer cumbre, anteponerse a la práctica de la noble solidaridad entre camaradas. Es el montañismo, mucho más que alcanzar una cumbre. Es ahí, - en la montaña - en donde el hombre, ya despojado de sus atuendos de ciudad, transita con la vista hacia lo alto y el corazón limpio, al encuentro con la armonía y la paz.
Jorge Milla
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