noviembre 28, 2005

Cordada Santander, hasta siempre

Santander

Tomar la determinación de alejarse del lugar de trabajo que nos cobijó durante más de veinticuatro años, no es una decisión fácil, es toda una vida dirán muchos, y así es, un extenso tiempo en la vida de una persona, lapso en donde se establecen poderosos y profundos sentimientos de apego, con la organización y especialmente con las personas, el núcleo esencial de la empresa. El mayor dolor lo constituye precisamente alejarse de todas ellas.

Practicar el desapego por las personas, y cosas, es un concepto fundamental de la filosofía Budista en la búsqueda por alcanzar estadios de mayor felicidad en la vida. Creen los budistas que el apego constituye un estado emocional de vinculación, y está originado por la creencia de que sin determinadas personas o cosas, no es posible ser feliz. Me gusta esta concepción aún cuando no comparto ni participo de religión o credo alguno.

Alejarse, significa en muchos sentidos desapegarse, para hacerlo es también necesario vencer el miedo, esa poderosa emoción humana, capaz de movilizarnos, por ejemplo, cuando un riesgo inminente nos amenaza. También puede actuar paralizándonos totalmente, impidiéndonos así, avanzar hacia lo que más deseamos.

Para avanzar hacia lo que se desea, es necesario el deseo inclaudicable, y a ello agregarle pasión, que es el principal combustible de todo emprendimiento humano.
Por estos días, mucho he debido reflexionar acerca de mis miedos, anhelos de vida, y pasiones, para finalmente tomar la determinación de buscar nuevos derroteros.

Santander


Decidí que como buen montañista y amante de las aventuras, tenía que hacer una opción consistente, y salir de esta carpa tan robusta, cómoda y agradable llamada Santander, para jugarme otras opciones, que por supuesto importan grados de riesgo, y al igual que como se hace cuando se está por ahí, de camino hacia una gran cumbre o en algún campo de hielo, poner cara al viento y darle para adelante no más. Es un acto que se hace con la convicción profunda que se tendrá éxito.

Me alejo en paz y agradecido, reconociendo el tremendo proceso de aprendizaje experimentado y el privilegio de compartir con tantas buenas personas. Llevo conmigo un poco de todos, fuerza, empeño, solidaridad, también talento, todo el que mis limitaciones me permitieron absorber. Espero también haber dejado algo, alguna huella o impronta por leve que sea.

Santander

Es mi deseo genuino que todos alcancen la cima de sus propias montañas, sin olvidar que tan importante como alcanzar la meta o cumbre, lo es también el proceso que se asume para llevarlo a cabo. Es durante ese proceso cuando se aprende realmente. Sucede lo mismo con la existencia, en donde no son las grandes verdades las que nos dan sabiduría sino la búsqueda de ellas.

Cordada Santander, hasta siempre

Jorge Milla