octubre 22, 2003

octubre 15, 2003

No merecen ser llamados Montañistas

"El Everest se ha convertido en el patio de recreo de los ricos". La anterior, es una de las tantas frases con las que Joe Simpson, - el mismo autor de "Tocando el vacío" -, se refiere a un tipo de montañismo que ha proliferado en la última década. En su libro "La vertiente Oscura" realiza una tremenda y demoledora crítica a los nuevos valores que están reemplazando al espíritu y tradiciones que habían imperado desde siempre.

Las cinco primeras páginas, resultan sobrecogedoras, y me confieso impactado por la descripción que hace, acerca del tremendo horror y soledad de quién experimenta una muy cruel y lenta aflicción que finalmente terminará en muerte. Se trata del dramático relato de los sucesos ocurridos en el año 1992, en el Collado sur del Chomolungma o Sagarmata - rebautizado como Everest por los profanos -. Un grupo de personas - si cabe el término - hace caso omiso de las señas que con su mano hace, un montañista hindú que agoniza desde hace horas a la intemperie. Son siete holandeses, cuyo líder es Ronald Naar, ( http://www.ronald-naar.com ) contra quién Simpson dirige todos sus dardos de rabia por tan inhumana e incomprensible actitud. Grotescas conversaciones se suceden entre los holandeses y el campo base, solicitan instrucciones acerca de como proceder. En el exterior, a tan solo "un largo de cuerda" - como dice Joe Simpson -, cincuenta o sesenta metros, se extingue la vida del montañista hindú. Es posible, tal como argumentaron después para justificar lo injustificable, que no era factible salvar la vida de aquel hombre, que hubiese sido inútil cualquier esfuerzo. No era necesario un gran esfuerzo, solo se requería un mínimo gesto de humanidad, tomar su mano, y acompañarlo en sus últimos segundos de vida, evitándole la peor y más terrible de las muertes, aquella que sorprende en la soledad absoluta.

Con este y otros ejemplos tanto o más dramáticos, reflexiona, - e invita a meditar - respecto de la ferocidad de las reglas actualmente imperantes, en donde la solidaridad es apreciada como una gran tontería poco útil a los propósitos finales. El pragmatismo es el valor imperante, - el más salvaje y feroz -, como el aplicado el año 1996 por un grupo de japoneses que se negaron a entregar cualquier forma de auxilio a tres escaladores que aún yacían con vida cuando junto a ellos pasaron en pos de la ansiada cumbre. Al regreso triunfante de los japoneses, aquellos hombres ya habían muerto. En el base, asumieron con indiferencia, las muestras de indignación, ante las consultas, el líder del grupo Eisuke Shigekawa, resumió con esta frase la justificación a su actitud "...por encima de los ocho mil metros, la gente no puede andarse con moralidades".

Refleja también el libro, una común actitud, asumida mayoritariamente por los occidentales, en verdaderas hordas, se dejan caer por aquellos parajes de ensueño, otorgando a los pueblos originarios, un trato despectivo y utilitario. Ejemplifica, refiriéndose a aquellas temporadas en donde tras una catástrofe ocasionada por tormentas inusuales, inundaciones u otros, estas hordas de "trekkers" abandonaron raudos la zona, - en helicóptero, por supuesto - abandonando a su suerte, a quienes les servían de porteadores, sin ser capaces siquiera, de dejarles alguna mínima parte de sus sofisticadas prendas técnicas, con las cuales, seguramente muchos de ellos se hubiesen salvado. No es coincidencia, - señala Simpson - que la gran mayoría de los muertos correspondan a sherpas, no es algo que esté sucediendo solo en los campos de altura, allá abajo en el valle está pasando lo mismo.

La mayoría de quienes hacemos montañismo, estamos enterados hace rato de todo esto que está ocurriendo, sabemos que todo ha cambiado, y que los conceptos de hombres como Shipton o Robbins, son parte de un romántico pasado. En la actualidad los sitios en donde están emplazados los campamentos de todas esas sagradas montañas - con las que tantas veces hemos soñado -, están convertidos en los más asquerosos basurales constituyendo un muy buen reflejo, y ejemplo insuperable de los valores que imperan en este nuevo tipo de montañismo.


Collado Sur del Everest

Fue impactante observar una de las fotos que ilustra el libro. Ocupando dos páginas y a todo color, es posible ver parte del Collado Sur del Everest, ahí, tirado entre cientos de tubos de oxígeno, pedazos de carpas, sacos de dormir y otra tanta basura, se encuentra el cadáver de un sherpa; al momento de la foto, llevaba en el lugar más de un año. Su cuerpo, confundido entre tanto desperdicio y desechos, es un verdadero símbolo de los nuevos tiempos, en donde un ser humano que agoniza en las alturas, - lejos de motivar el más urgente auxilio y movilizar la cooperación entre los que deberían ser sus camaradas - es apreciado cuál estorbo a las ambiciones por alcanzar la cumbre. Parte de la basura, eso y nada más.


El gran Maurice Herzog


El verdadero montañista sabe que podrá jamás, el deseo por hacer cumbre, anteponerse a la práctica de la noble solidaridad entre camaradas. Es el montañismo, mucho más que alcanzar una cumbre. Es ahí, - en la montaña - en donde el hombre, ya despojado de sus atuendos de ciudad, transita con la vista hacia lo alto y el corazón limpio, al encuentro con la armonía y la paz.


Jorge Milla



octubre 08, 2003

Isla Hoste - El vasto mundo del pueblo Yagán


Isla Hoste


Extasiados contemplábamos el maravilloso escenario natural que se abría lentamente ante nuestras atónitas miradas. Con un suave giro a la llave en el panel de control, el patrón al mando del cúter Santa Inés, apagó súbitamente el motor, la frágil embarcación disminuyó entonces lentamente el avance hasta el momento en que finalmente el monótono traqueteo fue reemplazado por silencio estremecedor. Nos desplazábamos ahora, mecidos tan solo por suave oleaje.

Paulatinamente pudimos distinguir el nítido sonido de innumerables chorrillos que a través de espesos bosques, y desde las alturas, caían al mar. ¡Por fin!, estabamos en donde habíamos soñado, más allá del confín del mundo, detenidos en la embocadura del angosto Fiordo Fouqué, y a un par de millas del punto en donde iniciaríamos la expedición terrestre, que a través de la remota Isla Hoste, nos conduciría a la Cordillera de Kanasaka.


Kanasaka, extraño nombre. Lo escuché por primera vez durante uno de mis primeros viajes a través del Canal Beagle, en aquella oportunidad navegábamos desde Puerto Williams a la bahía Yendegaia, lo hacíamos en la barcaza Orompello de la Armada de Chile. Muy agradados compartíamos - invitados por el comandante - en el puente de la embarcación. Era un día oscuro, y muy negros nubarrones cubrían el cielo.


Cordillera de Kanasaka


A la cuadra del Canal Murray, nuestra atención se concentró en una cordillera de impresionante altura. Nuestro anfitrión, adivinando la pregunta que vendría, se adelantó a decirnos que esa era la cordillera de Kanasaka, nos miramos todos sorprendidos, era nombre jamás visto escrito en las tantas cartas geográficas y mapas que habíamos estudiado de la zona. En todas ellas figuraban elevaciones de no más de 1800 metros, y las que estábamos viendo ahora se apreciaban a nuestros ojos, inmensas y terroríficas. Nada nuevo, sucede normalmente a montañistas o exploradores ingenuos, como nosotros ahora. Primera vez en Patagonia, así es que una elevación de menos de tres mil metros, es considerada absolutamente inferior, ¡claro! en otras latitudes, cómodamente analizando la información, y con solo las referencias conocidas. La realidad se encarga luego de abofetear el rostro de esos ingenuos, la suprema ignorancia quedará rápidamente de manifiesto cuando después, frente a frente con aquello considerado equivocadamente escollo menor, aparezca finalmente ante los ojos.

Kanasaka, formidable muro defensivo levantado por la Isla Hoste para mantener en absoluto secreto las maravillas que ocultaba aún más al sur, allá en el seno Ponsonby,

Años mas tarde, cuando planificábamos la expedición a Hoste, aún tenía nítida en la retina, la increíble visión de aquella Cordillera cuál paso infranqueable hacia los misterios de su profundidad. Era absolutamente necesario darse a la tarea de encontrar aquel punto, a través del cuál, la isla permitía a los hombres, el acceso a sus mágicos dominios. No era tarea fácil, fue necesario recurrir a la historia reciente.

Tristemente, junto con encontrar la llave que necesitábamos, conocimos la dramática historia del orgulloso pueblo Yagán, extraordinarios canoeros, con quienes el pueblo de Chile mantiene aún, deuda histórica monumental. Solo ellos, habían desentrañado los misterios de Hoste, descubriendo en sus recorridos, escondidos accesos, verdaderas llaves maestras para abrir el cerrojo diseñado por la Isla para mantener prístina pureza sin igual.


Fiordo Fouque


El fiordo Fouqué, era uno de esos accesos, angosto canal ubicado en el límite oeste de la Isla. En algún punto intermedio, o final, un amable paso, permitía adentrarse con algunas complicaciones menores. Aquí estábamos ahora, tras navegación de treinta y seis horas desde Punta Arenas a Puerto Williams, otras seis horas de navegación entre este último puerto y Bahía Yendegaia, finalmente día y medio a través del brazo suroeste del canal Beagle. No había dudas, estábamos más allá del confín del mundo.


Mientras observaba fascinado, recordé un fragmento del inspirador relato que el gran escritor Chileno, Francisco Coloane, escribió en su libro "El Témpano de Kanasaka", leído con avidez, tras adquirirlo en una céntrica librería. Misteriosa coincidencia, distraído miraba el escaparate cuando lo vi. Consideré el evento como inequívoco signo de hacia adonde orientar los sueños. El párrafo decía así:

"Después de millas y millas entre la hostilidad de la costa de paredes rocosas, Kanasaka, con sus playas de arena blanca, es un oasis de suavidad en esa naturaleza agreste; siguen a la playa verdes juncales que cubren un dilatado valle y luego los bosques de robles ascienden hasta aparragarse en la aridez de las cumbres. Una flora poco común en esa zona se ha refugiado allí, el mar entra zigzagueando tierra adentro y forma pequeñas y misteriosas lagunas donde los peces saltan a besar la luz, y detrás, en los lindes del robledal, está la casa de Martínez, único blanco que, solitario y desterrado, por su voluntad, o quizás por qué razones, vive rodeado de los indios yaganes. En medio de esa tierra salvaje, mi buen amigo Martínez descubrió ese refugio de paz y belleza..."


Bastó esta lectura. No era primera vez que ello ocurría, diría que todas las expediciones realizadas a la Patagonia desde el año 1992, habían sido animadas después de leer los maravillosos libros de Coloane.


Fiordo Fouque


Tan sorpresivamente como cuando apagó el motor, el patrón al mando hizo lo contrario, ahí estaba nuevamente el traqueteo del motor, ahogando todo sonido natural y despertándonos bruscamente de nuestro estado de contemplación. Las formas circundantes eran apenas distinguibles, turno de la noche por el control del canal. La proa del cúter apuntó hacia el abrigo de una ensenada muy próxima. Pronto estuvimos iniciando las maniobras para finalmente fondear. La quietud de la noche, trajo hasta nosotros el sonido estruendoso de gigantescas masas de hielo cayendo al mar, allá, un par de millas al sur, en el fondo mismo del fiordo.

Aquí dormimos, las angostas literas no impidieron que lo hiciéramos soñando con el día siguiente, jornada en la que por primera vez pondríamos pie en la Isla Hoste, anhelábamos ser recibidos por el espíritu indomable de aquellos hombres que alguna vez recorrieron orgullosos estos canales. Serían ellos, quienes nos conducirían a través de estas tierras, el viento eterno su inequívoca seña, inseparable guía en el vasto mundo del pueblo Yagan.



Fragmento de la bitácora de viaje a la Isla Hoste. Febrero de 2000.








octubre 03, 2003

Anatoli Bukreev - Héroe o villano ?


Portada Libro Mal de Altura

Hace un par de años, leí el famoso libro "Mal de altura", del escritor-escalador Jon Krakauer, en donde se narran los pormenores de la tragedia de proporciones ocurrida en el Everest en 1996. Debido a una larga cadena de desafortunados eventos, murieron los guías de dos expediciones comerciales, Scott Fischer de la empresa "Mountain Madness, y Rob Hall y Andy Harris de "Adventure Consultants", también perdieron la vida dos de los clientes de esta última empresa Doug Hansen y la japonesa Yasuko Namba.

Jon Krakauer integraba la expedición de Adventures Consultants, y había sido mandatado por la revista Outside, empresa que había comprado un cupo para él en esta expedición comercial, para que a continuación, escribiese una serie de artículos respecto a el estado del arte de las expediciones comerciales, - especialmente al Everest - ampliamente cuestionadas debido a que estaban aplicando exclusivamente criterios comerciales, y llevando a personas con poca o nula experiencia en alta montaña, exponiéndolas a serios riesgos. El asunto sigue plenamente vigente.

En su libro, Krakauer, deja muy mal parado al fallecido ochomilista de Kazajstán, Anatoli Bukreev, (murió al año siguiente, escalando por supuesto), y lo acusa de cometer negligencias que habrían incidido directamente en el desarrollo de la tragedia. Bukreev había sido contratado por Mountain Madness como guía en la expedición comercial de ese año.

Por fin ! después de mucho tiempo, pude finalmente leer el libro de Bukreev, "Everest 1996 - Crónica de un rescate imposible", en donde narra su propia visión de los hechos y se hace cargo de las imputaciones de Krakauer. El libro, no tiene el brillo de Mal de Altura, pero expone clara y amenamente los hechos desde su propia perspectiva.

Portada Libro Everest 1996


Después de leer, - y analizar ambos -, más la búsqueda de información adicional, me quedo finalmente con la perspectiva de Anatoli Bukreev, por sobre la de Krakauer, me asiste la convicción personal que sus acciones e intervenciones evitaron la muerte de varias personas, él, directamente rescató a tres de una muerte segura.


Anatoli Bukreev



Mal de Altura, aborda muy bien, el complejo tema de las expediciones comerciales a las montañas de grandes alturas, todo, en el contexto del más prolífico comercio que a gran velocidad se ha ido desarrollando a partir de los llamados deportes de aventura, y actividades de alto riesgo. No obstante, respecto de la tragedia propiamente tal, Krakauer, es víctima de propios sesgos, seguramente ocasionados por haber tenido participación directa, como cliente de la empresa Adventure Consultants.

Es una buena oportunidad para reflexionar acerca del porqué están ocurriendo este tipo de cosas, que cambió en el mundo para que tantas personas, se sientan fuertemente inclinadas a tomar serios riesgos, a cambio de la posibilidad por obtener mucha adrenalina, experimentar en sus propios cuerpos rigores extremos y estar al límite de sus propias posibilidades. Paradójicamente, parece ser que buscan la cercanía con la muerte para sentirse mas vivos.