junio 14, 2009

Nos siguen ganando...

Hojeo densos estudios publicados por serios organismos dedicados a analizar la realidad social chilensis, escucho con aburrimiento a conspicuos representantes de los poderes del estado, me dedico con estoicismo a mirar en la T.V local, fugaces entrevistas que ofrecen sesudos politólogos, los de turno. Se muestran todos alarmados, agitados, nerviosos, ¿Que está pasando, cuál es el motivo?:la existencia de un millón y medio de personas jóvenes que permanecen inmutables a cuanto intento se ha hecho por lograr convencerlos que concurran a inscribirse a la oficina del registro electoral correspondiente.


jugando a votar


Declaro no entender el motivo de tamaña exaltación, al revés, creo que deberíamos sentirnos tranquilos de comprobar que existen en el país, tal cantidad de personas sabias y sensatas, que están sorteando con éxito la maquinaria para hacerlos creer que participar con el voto en un proceso eleccionario político, es sinónimo de un genuino proceso de elección de representantes. Nada más falso, los jóvenes lo saben hace tiempo.


Los expertos, están alarmados pero muy cautelosos. No es para menos, se trata de un universo compuesto por cerca de dos millones de personas respecto de los cuales nada se sabe acerca de como eventualmente podrían votar. Capaz que no convenga que lo hagan, podría desestabilizarse el precario equilibrio de las fuerzas en aparente pugna, o quién sabe que otra catástrofe de índole social. Mejor los mantenemos así, y hacemos como que nos interesa que participen, generamos algunos proyectos de leyes, discutimos, encargamos estudios, pero llegamos hasta ahí no más, no tiene sentido asumir riesgos innecesarios, menos ahora, ad portas de iniciar un nuevo proceso de elecciones presidenciales.


Quizás esto explique mejor el porqué representantes del oficialismo y también de oposición, comparten sospechosa actitud frente al tema, o porqué aún se mantiene el ridículo horario de atención de las oficinas inscriptoras, o simplemente porqué no hay más de ellas, emplazadas en lugares de gran afluencia pública como estaciones de metro, o en las cercanías de sitios que frecuentan los jóvenes, campus o barrios universitarios, o porqué la demora en implantar un proceso de inscripción automática. ¿No será que hay escaso interés real por obtener la participación de los no inscritos?.


el voto es secreto


Surge otro temor, el proceso de votar, será ¿voluntario u obligatorio?. Hablan de nuevo los expertos, - sociólogos que han estudiado los fenómenos sociales aquí y en la quebrada del ají - son los llamados consultores, a ellos acuden las altas esferas del poder, para recibir el oportuno consejo técnico respecto a "como conducir a la masa social hacia esquemas y modelos de mayor participación democrática", elegante eufemismo para referirse a "como hacer para que unos pocos, - los mismos de siempre -, escojan entre ellos, a quienes corresponde el turno de ostentar el poder, y además parezca un proceso cabalmente legítimo".

Sentencian con severidad los consultores: debe implantarse la obligatoriedad de votar. A continuación argumentan con una tonelada de frases ambiguas que darían para elaborar un manual de varios volúmenes. En términos sencillos y directos, los expertos están señalando que "la masa social", es decir Uds., yo, - nosotros -, poco y nada sabemos acerca de lo que queremos y menos aún de aquello que es realmente bueno para nosotros, luego entonces, será absolutamente necesario, crear los mecanismos para conducir al "rebaño" social hacia el modelo "que todos queremos", frase predilecta, de uso habitual, extraída del mismo voluminoso manual de eufemismos que suelen consultar los expertos.

Siento envidia por lo no inscritos. En algún momento del pasado inmediato, con una tremenda dosis de ingenuidad y los sentidos algo atontados por la tremenda expectativa de participar en algo trascendente, como pensaba yo, eran los procesos de elección democrática, corrí presuroso a inscribirme en el registro electoral, es más, mi ingenuidad llegó a tal extremo que participé con cierto gozo como vocal de mesa. No pasó mucho tiempo para que los sentidos se recuperaran y cayera en la cuenta que se trataba de los mismos de siempre, y no me estoy refiriendo a una facción específica, sino que a todos por igual.


familia que vota unida...

Ante nosotros aparecen como antagonistas políticos, en la intimidad, una sola gran familia sufriendo las típicas y normales desavenencias. Nada que una buena conversación no pueda arreglar. La familia es la familia y hay que mantenerla unida a como de lugar, cuestión que tiene mayor sentido hoy en día, y que nuestra familia política ha entendido muy bien.

Ellos saben que el gobierno central no reside en el propio país, sino que en puntos alejados del mismo desde donde se entregan los instructivos para el siguiente año: metas macro económicas que deben ser alcanzadas, tasa de inflación, desempleo, natalidad, mortalidad, salario mínimo, balanza comercial, y un largo etc. ¡Ay¡ del país que no cumpla, - o se rebele -, en ese mismo instante aparecerá un equipo de Comisarios, no precisamente de aquellos que muestran las películas, estos son otros, poderosos representantes de los organismos encargados de llamar al orden a las naciones que de vez en cuando, se salen de la fila. Bien lo saben nuestros vecinos.



ilusionismo electoral


Decidí no seguir envidiando a los no inscritos y practicar la objeción de conciencia, que no es otra cosa que un intento de ser consecuente con las propias ideas, entonces, al igual que ellos, el próximo domingo de elecciones, me convertiré en un simple espectador del show, haré cuenta que se trata de una representación, una fenomenal producción de ilusionismo montada a altísimo costo, con avisaje y raiting asegurado. Observaré entretenido el desfile de figuras, y me sorprenderé con la soberbia capacidad histriónica de sus actores, para simular con extraordinaria habilidad, la impaciencia, el nerviosismo y toda la incertidumbre previa al anuncio de los resultados finales.


Para evitarles inútiles tensiones, les anticiparé el resultado del evento: todos los políticos triunfarán, sin excepción, dirán al mundo que ganaron, no habrá derrotados.


ellos ganan


Lo triste es que es cierto, todos ellos ganan siempre. Los que perdemos somos nosotros.