junio 24, 2004

Sociedad Monotrema, el Chilenorrínco


Mi 214


Siete y diez de la mañana, la suerte está conmigo hoy, tan pronto llego a la esquina, aparecen juntas, - una tras otra -, las tres líneas de microbuses que me sirven para llegar a la oficina, la 220, 221, y 214. Elijo subir a esta última, poseen máquinas más nuevas, cómodas y bien iluminadas, así permiten algo que nadie hace nunca en el autobús, leer. Cuesta aceptar todo el derroche de tiempo - vida al final de cuentas - que debemos asumir diariamente como parte del pesado viaje cotidiano. Sería preciso utilizarlo para nuestro provecho, pero no, ahí vamos todos, sentados mirando como autómatas a través del sucio vidrio.

Sigo con suerte, hay varios asientos libres, ocupo uno que está justo bajo un foco de luz interior, no quiero perder minuto alguno así es que saco del maletín un libro, simple elemento que permite - en términos de un economista -, agregarle valor al viaje diario, convertirlo en proceso, cuya resultante, al término del mismo, significará saldo a mi favor, y no una cifra roja, como debe estar ocurriendo en los balances diarios de miles y miles de personas para quienes el viaje, no es más que un absurdo y estúpido despilfarro.


la 214 post Transantiago


Y si el plan maestro del transporte, - el Transantiago - incluyera en su base de licitación, una cláusula obligatoria, señalando que cada uno de los microbuses deberá incorporar obligatoriamente en el respaldo de cada asiento, un bolsillo en donde hubiese un libro, - el mismo en todo los asientos -, con recambio semanal, para que las personas tuviesen el tiempo suficiente para completar la lectura con independencia del asiento que ocupen?. Ya sé, tamaña ingenuidad de mi parte.


Me sumerjo en la lectura con avidez, leo acerca de los monotremas, nombre extraño para un muy notable grupo de mamíferos. Evolucionaron tan remotamente aislados que dieron con soluciones en extremo singulares para los problemas planteados por la evolución. Y así mientras los mamíferos de otras zonas del planeta encontraban salidas similares ante problemas parecidos, los monotremas se daban a la tarea de inventar las suyas. Propias, únicas, particularísimas.


Ornitorrinco


El animal símbolo de los monotremas es el ornitorrínco, posee boca y patas semejantes a las de los gansos, sus crías nacen por huevos, a los que luego amamanta con leche, su pelaje recuerda a la de una foca o nutria, es un hábil nadador que además, lo hace absolutamente ciego pues debe cerrar los ojos al momento de sumergirse debido a que carece de membranas que los protejan. En términos comerciales de ventas, pareciera que el ornitorrínco, hubiese llegado casi al cierre de la liquidación ofrecida por esa gran tienda, llamada evolución. No quedó más alternativa que tomar lo que estaba quedando, un poco de esto, algo de aquello, y a continuación darse a la tarea de ver como hacer para lograr encajar cada parte, y obtener finalmente un todo coherente.

Imposible evitar asociar la descripción que leo de los monotremas, y relacionarla de inmediato con la sociedad chilena. Tenemos con ellos tantas cosas en común que resulta sorprendente. No cabe ninguna duda que constituimos una sociedad que bien puede denominarse así: monotrema. En ella, cada uno de nosotros vendría siendo un ejemplar de una rara especie social, el chilenorrinco.


lejos de todo y de todos


En efecto, nuestra evolución como sociedad se produce aislada geográficamente de todo y de todos, instalados por ventura al final del mundo, separados por colosal cordillera y distanciados por interminable y no tan pacífico mar. En este ámbito ha crecido y se ha multiplicado el chilenorrínco, también él debe encontrar, propias y únicas soluciones para aquellos dilemas que sociedades de muy distantes latitudes, resolvieron de formas distintas.

Ejemplos de las singulares formas en que resolvemos, - o tratamos de resolver - las cosas aquí en Chile hay muchos: sistema previsional, sistema electoral binominal, separación conyugal, divorcio, inscripción electoral, voto voluntario, financiamiento universitario, psu, educación privada, simce, servicio militar obligatorio, objeción de conciencia, - regulada más encima, una joyita - añado otra más, el auge. La lista es enorme y puede ser engrosada aún más con todo aquello que llamamos soluciones a la chilena, adherimos absolutamente a todo: credos, filosofías, partidos políticos y clubes; claro que esa adhesión incondicional es "a la chilena". Adhiero a esto, o aquello, pero "a mi manera". Está en nuestra propia naturaleza comportarnos como buenos ejemplares de chilenorrínco.

Están equivocados aquellos que señalan que la nuestra, es una sociedad especializada en copiar. En evolución se habla de convergencia, cuando dos especies u organismos, - sin ninguna relación -, llegan a soluciones similares. Así sucedió entre los extintos ictiosaurios y los actuales delfines; los primeros eran reptiles marinos, los otros son mamíferos, ambos evolucionaron hasta obtener formas casi idénticas. Así ha sucedido también en nuestra chilena sociedad monotrema. Aquí no hay copia, sino que convergencia social con otros modelos lejanos. Incluso ahora, nuestras soluciones sociales se exportan a otras latitudes, se estudian con atención, de igual forma como estudiamos al ornitorrínco en su habitat natural, cuyas soluciones a los dilemas evolutivos, no son peores ni mejores, sino que solamente adecuadas para el entorno en donde se desarrolló.

Se podrá aplicar mismo razonamiento para nuestra sociedad monotrema?.


Mis vecinos


Dicen algunos que nuestros vecinos nos miran con envidia, más que esto último, creo que nos miran con ese mismo tipo de mirada con que nosotros observamos al ornitorrínco, que animal más extraño!, observa sus patas, su hocico, su forma?. Difícil entender su aparente éxito. En el caso del chilenorrínco, hablamos de éxito, para referirnos a que tal vez, lo que hemos sabido hacer bien es adaptarnos a distintas y muy variadas condiciones ambientales, cuestiones que la vecindad o bien no supo o no quiso hacer, igual que muchas especies, finalmente terminaron por extinguirse. Debemos sí, moderar aquella arrogancia que se enseñorea en estas tierras. Nuestro referente - el ornitorrínco - no anda por ahí paseando petulantemente su éxito adaptativo, solamente lo vive, ocupa su nicho, administra con sabiduría sus recursos, jamás los depreda, mantiene buenas relaciones con sus cercanos, aunque es capaz de responder con firmeza cuando algún vecino pendenciero, amanece de mal humor y le lanza algún exabrupto.



Chilenorrinco

Siete y treinta minutos, pasó rápido el tiempo, la 214 se acerca al lugar en donde debo bajarme, Alameda frente a calle Ahumada, me levanto del asiento, y toco el timbre, el autobús se detiene. Sucede entonces algo extraordinario, me doy cuenta que antes de bajar y previo a sumergirme en la ciudad, cierro los ojos, - igual como hace el ornitorrínco antes de zambullirse -. Lo hacía a diario, sin advertirlo, solo ahora caigo en la cuenta que hace tiempo estoy convertido en un chilenorrínco.

junio 13, 2004

Más cerca de mi Padre - A mi hijo Pablo

Cuando el águila remonta el vuelo, muy por encima de la tierra,
durante un tiempo no se ve su sombra en parte alguna;
pero ave y sombra siguen unidas.
Así sucede también con nuestras acciones:
cuando se reúnen las condiciones adecuadas,
sus efectos se ven con claridad.


Patrul Rimpoché - The Words of My Perfect Teacher



Más cerca de mi Padre


Seguramente has visto en casa, sobre aquella repisa en donde suelo dejar mis cosas, aquel grueso libro de tapa azul, bordes amarillos, y una hermosa montaña ilustrando su tapa, lo vi hace un par de días en el escaparate de una céntrica librería. La imagen de la montaña capturó de inmediato mi atención, solo después de algunos segundos de observarlo, caigo en la cuenta de su titulo, "Más cerca de mi Padre", que aparece ante mí, cuál mágica y enigmática revelación, como señalando con absoluta precisión acerca de que debería yo dialogar contigo querido hijo.


Jamling en la cumbre del Everest


"Más cerca de mi Padre", es la historia del ascenso que realizó al monte Everest el año 1996, Jamling Tenzing Norgay, hijo del célebre Sherpa, Tenzing Norgay, quién junto a Edmund Hillary se convirtieron en los primeros hombres en ascender, un 29 de Mayo de 1953, aquella, la montaña más alta de la Tierra.

Tenzing en la cumbre del Everest


Mucho más que un relato clásico de escalada, el libro relata la búsqueda de un hijo para entender algunas claves de la vida de su padre, un esfuerzo por comprender las pasiones que se movilizaban en el alma de ese hombre, que aunque cercano, estaba en muchos sentidos, también muy lejano, tal cuál nos sentimos muchas veces, - casi todos -, respecto de nuestros propios y amados padres.


"Más cerca de mi Padre", así quise sentirme siempre. Te confieso ahora, - cuando ambos empezamos a descubrirnos en una maravillosa dimensión de iguales -, que hace mucho, debí iniciar similar recorrido al de Jamling, e intentar con ahínco misma búsqueda, para lograr acercarme más al mío. Quizás aún no es tarde, y solo debo encontrar aquello que para él constituye su propia montaña, el lugar en donde se siente libre, despojado de ataduras, y feliz.

Aún cuando la vida jamás señalará cuando es el momento en que cada hijo debe asumir esa búsqueda, siento que no lo hice cuando debí y ello me aprieta el corazón. Hoy converso contigo hijo mío, dejando que sea mi propia experiencia la que tome la palabra y hable, en la esperanza que lo haga de la mejor forma que jamás lo hará.

No permitas tú que el corazón se te apriete por esta causa, y convierte la frase que da título a ese libro, en un objetivo de vida, un acto permanente ahora y no para después, cuando sea a ti que te corresponda empezar a mirar la vida hacia atrás y a reflexionar cuán cerca pudiste estar.


Tenzing padre con sus hijos


Relata Jamling en su libro, que un día debió dirigirse a su padre para exponerle su ferviente deseo por subir aquella misma montaña, "Yo escalé el Everest para que tú no tuvieses que hacerlo ¡" fue su rotundo no. Tal vez si Tenzing en vez de aquella respuesta, hubiese acogido los deseos del hijo, entendiendo que más allá del mero deseo de ascensión, había en Jamling un profundo deseo por acercarse más a su amado padre.


Así somos muchas veces nosotros, - los padres -, verdaderos y únicos responsables por crear esos muy enormes abismos que nos separan de nuestros hijos, no es otra cosa que el pesado velo que impone la adultez, casi todas las veces arrogancia y una mal entendida severidad, maldito legado a desterrar.



Te digo que no he subido ni subiré montaña alguna para que tú no tengas que hacerlo, digo más, ojalá subas las mismas, y también otras más altas, nadie puede ni podrá jamás recorrer los senderos de la vida en tu nombre, es preciso la propia experiencia, que enriquece y permite crecer.


Excursionando con Pablo, hace doce años


"Más cerca de ti, hijo", declaro yo solemnemente. Para tratar de entender todo tu radiante mundo interior, - créelo - tan semejante al que alguna vez tuve y que gracias a ti vuelvo a recordar emocionado. Para estar a tu lado cuando me necesites, y también cuando no. Para ser testigo directo de como te vas transformando en la persona que siempre quisiste ser. Para decirte que hagas caso al corazón, cuando quieras saber si aquella es la muchacha de tus sueños. Para que reclames con firmeza el derecho a escribir mi epitafio, solo tú sabrás la frase exacta. Para que sepas porque las montañas significaban tanto para mí. Para que riamos juntos, con razón o sin ella. Para saborear una taza de café en la cocina, tramando juntos con maravillosa complicidad. Para que me cuentes acerca de tus miedos, y también de tus sueños. Para que sepas los míos, esos que ya nunca se cumplirán. Para que alguna vez cuando te hayas convertido en padre, puedas decir satisfecho a tus hijos, "Estuve siempre, muy cerca de mi Padre".

junio 01, 2004

Registro de Visitantes - En memoria de Joao

"Se acuerda Ud. que hace aproximadamente un mes, una persona sufrió aquí mismo, un ataque fulminante y hubo que trasladarla a un centro de urgencia, supo como terminó aquello?.

Con esta pregunta, lanzada - despreocupadamente - mientras terminaba de atar el cordón de las zapatillas, inicié la conversación con la persona que oficiaba de control. Es último domingo de Mayo, y estamos junto a la caseta que marca el inicio del sendero hacia la cumbre del Cerro Provincia, ahí junto al viejo puente Ñilhue camino a Farellones.

"Falleció" fue la seca respuesta. Lo miro incrédulo y me acerco hasta la ventanilla de la garita, el cordón queda a medio atar. "Sufrió un accidente vascular cerebral" continua el hombre con palabras que tornan de lacónicas a brutalmente específicas cuál experto en medicina. Debo parecer confundido, así es que decide despejar toda duda señalando, "ataque al cerebro" y acto seguido extiende un lápiz señalando con ademán, el formulario para el registro de visitantes, "ponga sus datos ahí".

Mismo formulario en donde escribió Joao el que sería su registro final, nombre completo, rut, nacionalidad, días de estadía y destino. Mientras escribo mis datos, recordé que el amigo junto al cuál regresaba desde el cerro, le llamó Joao. Hago intento para hojear el formulario y encontrar su registro personal de aquel día, miro un par de hojas y luego abandono la búsqueda, no me atrevo a más, convencido que descubriré misterio prohibido.

Cayó ahí mismo, junto a la entrada, fuí uno de los que alertado por los gritos de su amigo que clamaba por ayuda, intentó vanamente la reanimación. "Por favor, ayúdenme, tiene dos pequeñas hijas" repetía desesperadamente. Mientras alguno de nosotros buscaba su pulso, y otro examinaba su boca buscando algún objeto extraño, intenté un masaje cardiaco, solo yo sé cuanto empeño puse en hacerlo bien, maldije la ignorancia. Infructuosos fueron también los intentos por establecer algún contacto radial, o un llamado telefónico, ningún celular consiguió señal, frágiles artilugios tecnológicos enfrentados a la robustez de la muerte.

Destino, es la última de las columnas a llenar, en esa sección escribimos el lugar hacia donde vamos, o creemos dirigirnos, a veces dirá Vallecito, otras Alto del Naranjo, o simplemente Cumbre. Prefiero no saber lo que escribió Joao aquel día.


Más alto que la cumbre


Seguro inició la marcha alegremente junto a su amigo, riendo y bromeando ascendieron, muy pronto alcanzaron el promontorio rocoso que sirve como primer descanso, en este punto recibieron el saludo de la brisa fresca y sentados contemplaron la ciudad, Joao recordó a sus dos pequeñas y las imaginó durmiendo tibia y plácidamente, recordó también el tierno beso que le diera su amada esposa al momento de salir de casa. El ascenso continuó y en algún momento se tendieron a contemplar el paso de las nubes, así estuvieron hasta que decidieron retornar, esta vez sólo lo haría su amigo, Joao no regresaría jamás.


Prefiero no saber lo que escribió Joao aquel día como destino, fuese lo que fuese, misterios insondables de la vida tenían decidido su destino final, jornada reservada para llegar mucho más allá de la cumbre del Provincia, esta vez estaría sobre todas las cumbres del mundo contemplando aquel azul intenso de la eternidad.


El Provincia se ha convertido para mí en lugar de sucesos trascendentes. Alguien a quién no alcancé siquiera a conocer, me enseñó acerca de la fragilidad de la vida y de la necesidad imperiosa de vivirla bien.

En adelante, al salir, abrazaré como nunca a mis hijos, besaré con ternura a mi esposa, y enviaré el mejor pensamiento a los amigos, quiero sentirme preparado y en paz para el instante en que sin saberlo estaré llenando aquel que será mi último registro de visitantes.